Esta semana me comentaba una madre sobre el
temor que sentía ante la adolescencia de sus hijos que ya la tenía muy cerca.
Yo le comente que no es tan fiero el león como le pintan. No se qué opinaréis
vosotros. Algunas de las que ya somos veteranas en este asunto no lo vemos tan
terrible, quizá porque ya lo hemos dejado atrás…
Si es cierto que la relación con nuestros
hijos en esa época tiene sus dificultades, hay distintos puntos de vista, ellos
crecen a su manera y nosotros no siempre comprendemos esa manera de crecer. En ocasiones hay que contar hasta cien para aguantar
nuestro deseo de estrangularles. En esos momentos solo vemos un panorama muy
negro, que nos hace pensar que hemos sido muy malas madres.
Sin embargo este sentimiento cambia
rápidamente cuando nos sorprenden con su ingenio, ternura, generosidad, sentido
de humor…
Entonces nos sentimos orgullosos de
nuestros hijos y nos encanta hablar de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario